Sí, sí, me pillaste. He estado pasando algo de tiempo en el remake de Gothic, otra vez. No es el tipo de sitio donde irías a recargar energías o a disfrutar del paisaje, a menos que tu idea de pasar un buen rato incluya sobrevivir a emboscadas de bandidos, cazar moscas sangrientas con una espada oxidada y negociar con magos sospechosos mientras te tienes que vigilar las espaldas a cada paso. Gothic no es un juego que te lleve de la mano. De hecho, es un su mundo sombrío y que tendrás que resolver a la vez que sobrevivir por ti mismo. Pero de alguna manera, eso es precisamente lo que lo hace tan embriagador.
Ya hace más de 20 años que se lanzó Gothic 1, y ahora nos adentramos en el remake del juego, algo inestable, a menudo injusto y prácticamente injugable hasta que aprendes su ritmo. Pero una vez que lo haces, Gothic se presenta como algo excepcional: un RPG con vida propia que te recompensa con una inmersión genuina. No solo estás jugando un rol, sino sobreviviendo a uno.
Arrojado a los lobos – Literalmente

Desde que das el primer paso en Gothic, sabes que te espera un camino difícil. El juego no empieza con profecías, sino con una patada rápida en una colonia penitenciaria rodeada por una barrera mágica. Te arrojan allí, sin decir nada, y te dejan a tu suerte entre tres facciones, cada una más sospechosa que la anterior. Aprenderás a luchar con palos antes de ganarte el derecho a empuñar una espada. Serás objeto de burlas, empujones y probablemente la muerte varias veces antes de siquiera empezar tu misión principal.
Pero esa es la genialidad de Gothic. Se gana tu confianza sin ofrecer ninguna. El progreso es personal. Cada conversación, cada habilidad aprendida, cada pizca de respeto ganado de otros PNJ se siente como algo por lo que tuviste que luchar. El juego nunca te da poder, sino que te hace luchar por él. Y cuando finalmente lo consigues, te sientes como una leyenda.
Este mundo no gira a tu alrededor

Una de las mayores fortalezas de Gothic es su construcción del mundo. Puede que Khorinis no sea enorme para los estándares modernos, pero se siente denso y lleno de vida. Los PNJ tienen sus propios horarios. Comen, duermen, discuten y siguen con sus vidas, estés o no mirando. Los campamentos tienen culturas distintas, y pronto aprenderás que las alianzas sí importan: si eliges un bando demasiado pronto, podrías cancelar misiones o enfadar a la gente equivocada.
La atmósfera es densa. El bosque es peligroso. El pantano es inquietante. Y el Viejo Campamento parece una mezcla entre una fortaleza medieval y un cártel criminal. Gothic no te cuenta su historia, simplemente te permite vivirla.
Combate, controles y el encanto torpe

Seamos sinceros: el combate no es la gran cosa. Al principio te cabrearás, fallarás y te preguntarás cómo alguien sobrevivió en este lugar lo suficiente como para convertirse en guardia. Pero persevera y descubrirás que dominar el combate en Gothic es un rito de iniciación, no una característica.
Los controles son igualmente brutales. Todo requiere una curva de aprendizaje, desde saquear cadáveres hasta equipar armas. Resulta poco intuitivo para los estándares actuales, pero una vez que te adaptas, se vuelve algo natural. Y, curiosamente, esa torpeza acaba reforzando el aspecto de supervivencia. Nada es fácil en este mundo, y eso incluye caminar en línea recta.
De un don nadie a leyenda

La verdadera magia de Gothic reside en su progresión. Empiezas siendo un don nadie. Sin nombre, sin equipo, sin habilidades. Pero con pura determinación, asciendes. Únete a una facción, entrena con un mentor, encuentra una espada adecuada, aprende un hechizo… y, de repente, el mundo se abre ante ti. Empiezas a entrar en salas por las que antes te escabullías. Desafías a enemigos de los que antes huías. Tomas decisiones que determinan el resultado.
No es llamativo, ni tampoco fluido, pero es satisfactorio como pocos juegos lo consiguen. No solo subes de nivel. Creces. Cada victoria se siente merecida, y cada revés te enseña algo nuevo.
El veredicto: Duro, crudo y notable
Gothic no es una joya pulida, sino más bien un trozo de mineral dentado, extraído directamente del suelo. Sus bordes son afilados, sus sistemas implacables, ¿y sus controles? Digamos que cuesta acostumbrarse. Pero bajo toda esa crudeza se esconde uno de los RPG más gratificantes de principios de la década del 2000.
No hay vuelta de hoja: el combate es torpe, incluso para los estándares retro. La introducción puede parecer un muro de ladrillos. Y a menos que domines la lógica de los juegos de la vieja escuela, la falta de guía y la interfaz de usuario deficiente pueden dejarte con la duda. El mundo no te espera, te empuja y te reta a sobrevivir.
Pero eso es precisamente lo que hace a Gothic tan cautivador. Su atmósfera es densa. Su mundo se siente vivo. Cada paso adelante se siente merecido. Es un clásico de culto por algo: robusto, imperfecto e inolvidable. Una vez que te atrapa, no hay vuelta atrás.
Cinco estrellas: ★★★★★
Plataforma(s) gótica (s): PC
Desarrollador: Piranha Bytes
Editor: Egmont Interactive
Fecha de lanzamiento original: Marzo de 2001 (Alemania)