Fortnite ha vuelto a colocarse en el centro de la conversación gamer, y esta vez no por una colaboración épica -como la de los Simpson– ni un evento en vivo, sino por una decisión que ha dejado a muchos jugadores mirando la pantalla con cara de “¿esto va en serio?”. La polémica gira en torno a Clyde, una nueva skin que no puede adquirirse con Pavos, ni forma parte de la rotación habitual de la tienda. Su exclusividad es total: solo se obtiene comprando un BackBone Pro, un periférico cuyo precio asciende a 170 dólares.
Las skins de Fortnite siempre han tenido un peso importante en su economía interna. Con precios que, por lo general, oscilan entre los 800 y los 2.000 Pavos, el modelo de negocio se ha mantenido estable durante años. Sin embargo, Epic Games parece haber decidido experimentar, vinculando esta skin a un producto físico que, de facto, la convierte en un cosmético premium de acceso limitado.
Con esta estrategia, Clyde pasa de ser una simple opción estética a convertirse en un símbolo de estatus dentro del juego. No es solo una skin: es una declaración de poder adquisitivo.
Reacciones divididas entre los jugadores de Fortnite
Como era de esperar, la comunidad gamer no ha tardado en pronunciarse. Algunos usuarios ven la jugada como una forma interesante de impulsar productos oficiales y premiar a quienes apuestan por el ecosistema de Fortnite. Otros, en cambio, consideran que 170 dólares por un cosmético digital es un exceso, incluso para un juego conocido por sus colaboraciones de alto impacto y skins icónicas.
En redes y foros, la conversación se ha polarizado entre quienes justifican la exclusividad y quienes sienten que Epic ha cruzado una línea al ligar el contenido in-game a compras externas de alto coste.
Una tendencia que podría marcar el futuro del juego
Lo que está claro es que este movimiento no es casual. Epic lleva años explorando nuevas formas de monetización y fidelización, y Clyde podría ser el primer paso hacia una línea de cosméticos vinculados a productos físicos o ediciones especiales. Si funciona, no sería raro ver más skins “de lujo” asociadas a dispositivos, accesorios o coleccionables.
Pero también plantea preguntas importantes: ¿hasta qué punto está dispuesta la comunidad a pagar por exclusividad digital? ¿Estamos ante una evolución natural del mercado o un experimento arriesgado?
